Merecemos más que eso. Mucho más. Nuestro amor y entrega empieza del embarazo y no tiene fecha de vencimiento. No es hasta que nos convertimos en madre que nos damos cuenta de todos los sacrificios que nuestras madres hicieron por nosotras, es donde empezamos a valorarlas más de lo que lo hacíamos. Nosotras las madres, realmente tenemos súper poderes y no quiero caer en típicas frases clichés que se leen y escuchan en estos días, pero realmente creo fervientemente (así como los niños en el ratón y en Papá Noel) que si los tenemos.
Somos capaces de desafiar el cuerpo humano y la ciencia, mantenernos despiertas luego de días en desvelo y probablemente sin café de por medio. Despiertas, siempre atentas y alertas, incluso si decidimos descansar nuestros ojos tan solo por unos minutos, basta el sonido de un alfiler para que nos despierte. Yo que me considero una persona sorda, siento que desde que soy madre mis oídos han evolucionado como también nuestro umbral del dolor. Podemos tener la espalda hecha trizas pero no hay nada que nos detenga.
Cuando nace un bebé, nace nuestro sexto sentido. No, no es mito. Es real, francamente real. Es algo inexplicable, pero solo las que somos madres sabemos de qué hablamos cuando nos referimos a eso y de cierta forma u otra nos convertimos en cómplices. La vida de una madre, no es color de rosa. ¡Bueno fuera! Es un trabajo interminable, de nunca acabar. Un trabajo que no es pagado, no tenemos feriados ni descansos, ni completas horas de sueños. ¿Qué ser humano podría trabajar bajo esas condiciones?Cualquiera pensaría que es esclavizante, pero no se puede decir que algo es esclavizante cuando haces lo que realmente amas y por lo que das tu vida. No cabe duda, que tenemos el trabajo más difícil en nuestras manos, el más complejo, el más cansado, el menos pagado y es de nunca acabar. Un trabajo donde no sólo entregas tu vida sino también tu corazón totalmente expuesto en bandeja, sin coraza ni armadura alguna, sin pedir nada a cambio.
A ti, imperfecta, que ves el bienestar de tu hijo por encima del tuyo;
A ti, imperfecta, que perdiste la paciencia y estas llorando en el baño a escondidas;
A ti, imperfecta, que sientes que la estas cagando;
A ti, imperfecta, que se te olvido decirle a tu mamá "Gracias por todo, te quiero";
A ti, imperfecta, que te convertiste en la peor fiera cuando osaron a meterse con tu hijo;
A ti, imperfecta, que te toco vivir la maternidad como padre y madre;
A ti, imperfecta, que te toco salir a trabajar y sientes tu corazón estrujado y ganas de llorar;
A ti, imperfecta, que te perdiste las primeras palabras o pasos de tu bebé;
A ti, imperfecta, que te sientes sola en este largo y duro camino;
A ti, imperfecta, que la vida te hizo una mamá joven y tuviste que madurar a patadas;
A ti,imperfecta, que te critican;
A ti, imperfecta, que tuviste que poner tus sueños en pausa por un momento;
A todas ustedes con distintas situaciones y caminos que la vida les ha puesto, feliz día. Lo están haciendo bien. El ser imperfecta no quiere decir ser una mala madre, por el contrario, son reales de carne y hueso que se equivocan y eso esta bien. Esta permitido hacerlo. Si alguna vez, se preguntan ¿Estaré haciendo bien mi trabajo? Recuerden que no hay una manera correcta de ser madres, simplemente sigan su instinto. La felicidad de tu hijo, tarde o temprano, responderá esa pregunta.
buenos artículos me identifico mucho con lo que voy leyendo! y pensar que acabo de descubrir tu blog porque mi esposo al parecer, lo estaba leyendo desde su celular, si leyó varios artículos pues qué bueno! porque así puede darse mucho más cuenta de lo que una mamá pasa y siente.
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